5 consejos para mejorar la planificación en tus estudios

A ningíºn vago que se precie le gusta estar aislado del mundo y con los codos hincados delante de un montón de folios durante interminables horas. Eso queda para los empollones de vocación, para los que no tienen otro mundo que “los libros, los libros, los libros” y no aprecian que la vida tiene una multitud enorme de vertientes en las que distraernos, disfrutar, pasarlo bien y… ¡ejem! Perdón… que pierdo el hilo. Pero claro, tampoco nos gusta que al final de curso nos digan que no hemos sido lo suficientemente buenos para aprobar, para pasar de curso, para acceder a la Uni, para obtener ese tí­tulo que sí­ queremos y que necesitamos para lograr el trabajo de nuestros sueí±os.





Mirado así­ no queda otra que ser productivos. Optimizar el tiempo de estudio, reduciéndolo, sí­, pero haciendo que sea más provechoso, que cunda más, que retengamos mejor lo que estudiamos y que no se nos olvide. Los retos de los jugadores de ajedrez se miden en dar jaque al rey del rival en el menor níºmero de movimientos. Para ello, deben tener establecida la estrategia desde el inicio de la partida. Y es más, seguramente tengan hasta un plan B (y también un C) por si hay imprevistos que hagan necesario la reorientación de la estrategia.

En los estudios sucede igual. No podemos pretender ser productivos y estudiar más en menos tiempo sin una estrategia, sin planificar cómo vamos a hacer para que lo subrayado en un libro se quede grabado en nuestro cerebro o que un inmenso taco de folios de apuntes tomados en clase no nos aniquile las neuronas. Ya os lo contábamos en Pon en forma tus ganas de estudiar: Planificar es ahorrar tiempo después. Planificar es ser un vago listo, un vago productivo que sabe compaginar estudios y tiempo libre. Os damos unas pautas teniendo en cuenta eso de que “cada maestrillo tiene su librillo“. Nadie mejor que tíº para saber cómo planificar tu propia jornada de estudios y elegir los mejores momentos. ¿OK? Vamos allá:

Plan = Trabajo pendiente / Calendario

Esta fórmula es una de las inamovibles de los estudios. “Queda tanto tiempo para el examen y tengo todo esto de curro por delante, ¿cómo lo hago?” Calendarizar, es decir, repartir pequeí±as tareí­tas diarias a lo largo de las fechas del calendario, es lo que nos permitirá ser constantes a lo largo de los meses del curso. Es un recordatorio y motivación de lo que tenemos que hacer. Y es necesario. Mucho. De no contar con él, un calendario hecho por nosotros mismos y por escrito donde vayamos asentando esas tareas, seguro que sólo tendrí­amos el propósito firme de estudiar el primer dí­a, como cuando en Aí±o Nuevo decimos que vamos a dejar de fumar o a adelgazar y luego nada de nada :)

Un buen calendario del curso, no te olvides, debe reflejar la marcha normal del curso, lo que esperas que pase y también contar con cierto margen para imprevistos, pero sin pasarse, a ver si al final lo imprevisto es el estudio, ¿eh?

No te cuentes cuentos

Si te vas a mentir a ti mismo desde el mismo momento que empiezas a trazar ese calendario, apaga Blas que nos vamos. Diseí±a tu planning de estudios siendo realista y sincero. Por ejemplo: no pongas que por las noches de 10 a 12 vas a estudiar si sabes que tu cuerpo te dice ¡basta! a las 11 y a partir de esa hora el sueí±o te impide memorizar ni un catálogo de bikinis… por decir algo. ¿Que pasa si te mientes? Al principio nada, pero pasadas unas semanas verás estrecharse el margen que tienes para imprevistos, tanto que el germen del agobio se apoderará de tu masa encefálica y… Bueno, pues eso, que te meterás más presión, algo con lo que no queremos que estudies bajo ninguna circunstancia.

El hábito hace al monje

Sí­. Sabemos que el refrán es “el hábito NO hace al monje“. La ropa es sólo apariencia, no conforma la realidad. Pero aquí­ jugamos con el otro sentido de “hábito”, el primo hermano de “habitualidad”, “constancia”, “reiteración”, “diario”. La mejor manera de fomentar esa constancia en el estudio es que reserves siempre las mismas horas de estudio en el calendario: tu mente se aclimatará mejor a esa tarea, se predispone a ello porque ya tiene costumbre de hacerlo a esas horas. Obviamente luego habrá cosas de la vida diaria que corrijan o modifiquen esa habitualidad y esos horarios, pero lo normal, lo rutinario es que sepas a qué horas tienes que estudiar cada dí­a sin mirar el plan que has trazado.

Ahora tira el calendario

Una vez planificado toca replanificar. “ ¿Qué? ¿Estamos locos?No tomes por ley tu primera planificación. Mí­rala al dí­a siguiente. ¿Te parece realista? ¿Te has pasado en eso de ser firme? ¿Dirí­as “esto no lo cumplo ni de coí±a“? Apostamos a que muchos de los que habéis hecho un calendario de estudios que consideráis realista lo rasgarí­ais en trizas al dí­a siguiente por ficticio o pretencioso. La planificación requiere su propia maduración. Dejar transcurrir un tiempo prudencial, unas horas entre el momento en que la hacéis y el momento que la dais por definitiva puede ayudar notablemente a consolidar su éxito. No nos empeí±emos en imposibles. A poquitos se consiguen las cosas. Rebaja tu exigencia si es necesario. Muchos somos más exigentes planificando que haciendo y se trata de que no haya tanta diferencia entre ambas cosas.

Crea tu rutina

Con ello queremos decir que la fase de estudio diario deberí­a tener siempre las mismas etapas. Te ayudará a llevar mejor el “timing” y reducir el agobio. Por ejemplo te proponemos que cada sesión de estudio que hagas tenga estos momentos:

1) Retoque de los apuntes tomados en clase o reescritura

2) Estudio del tema. Recuerda el esquema: lectura rápida – lectura reflexiva – subrayado – memorización

3) Rematar tareas pendientes: tomar bibliografí­a, ir recopilando cosas para un trabajo de clase, resolver un problema, etc

4) Repaso

A lo largo de este curso te ofreceremos nuevas perspectivas de estudio y planes para que tíº los adaptes a tu propia jornada.

También podría gustarte Más del autor

Los comentarios están cerrados.