La vuelta al cole y las redes sociales

En estos dí­as que a todos nos pillan preparando la vuelta al cole nos preguntábamos sobre la opinión de los expertos en la conveniencia o no del uso de las redes sociales en los estudios. Saber en qué estado está el debate entre los que consideran que las redes sociales son un elemento disruptor y fuente de distracciones en la vida del alumno modelo (los rancios), y los que argumentan que las herramientas de comunicación habilitadas por este nuevo Internet más social benefician la vida académica y ayudan al intercambio fluido de información, datos, conocimiento y trabajo (los progres).





Segíºn un reciente estudio, el 62% de la gente usa redes sociales mientras ve la tele. Si un hábito de ocio meramente pasivo, como lo es contemplar la pantalla de la televisión, tiene una cuota tan alta de adeptos a comentar en Facebook o Twitter con sus contactos aquella serie, pelí­cula o programa televisivo en tiempo real, ¿creéis que el impacto de las redes sociales no es menor cuando nos trasladamos al mundo de las aulas?

No estamos hablando de un fenómeno aislado de comunicación entre grupos privilegiados. Las redes sociales están al alcance de todos, su acceso es universal y, casi siempre, gratuito. Durante las Olimpiadas celebradas en Londres se han subido a Internet 60 gigas de datos cada segundo (cada 5 segundos, el caudal de la Wikipedia entera). Tal cíºmulo de información circulante no es fortuito. Millones de nodos descentralizados compartiendo comentarios, noticias, ví­deos, enlaces a recursos, desde equipos de escritorio y sobre todo desde smartphones y tablets. ¿No serán las redes sociales una extensión de nuestra personalidad al ámbito virtual? A tal evidencia nadie puede hacerse el ciego.

El sector académico ha de abrir sus puertas a la nueva realidad social, para que las aulas no sean una visión torpe de aquélla. Introducir las nuevas herramientas tecnológicas en el ámbito de las clases es una obligación de los estamentos educativos, una responsabilidad de los educadores, de cualquier docente. Y también de nosotros, como alumnos, para solicitarlo… o exigirlo. Si nuestra personalidad es cada vez más geek y más social, ¿por qué despojarse de estos rasgos a la puerta de la clase? ¿Nos despojamos de nuestro carácter al entrar en el instituto o en la facultad?

Un grupo en Facebook puede ayudar a interconectar a toda la clase de forma permanente con un tablón donde el profesor puede publicar material e informaciones que ataí±en  o fomentar la participación de todos sus alumnos. Twitter permitirá la transparencia, el contacto directo, el enseí±ar con el ejemplo, al ritmo en que se hace la vida y llevando la implicación de los miembros de la clase más allá del aula; el blog personal puede ser una forma excelente y creativa de desarrollar trabajos y un crisol biográfico y académico continuo donde los educadores pueden basar la evaluación constante, continua y fiable de sus alumnos, más allá de una prueba puntual, quizás más azarosa, como es el examen. ¡Yo habrí­a matado porque mi cuaderno de prácticas hubiese sido un blog!

Mientras esta ensoí±ación, que hemos sufrido y te trasladamos, sucede realmente conviene que no te apartes de la realidad social que te espera fuera de las aulas, aunque al entrar en clase apagues el móvil, la tablet o tu ordenador. Al fin y al cabo, tu educación académica se volcará tarde o temprano en un mercado laboral, cuyos movimientos “migratorios” y selectivos ya se rigen por patrones sociales y tienen, inevitablemente, en cuenta las nuevas herramientas de comunicación personal. Los headhunters, los mejores reclutadores de empleo, buscan los mejores candidatos en las redes sociales.

No te excluyas, sé social, preservando siempre el ámbito í­ntimo y con las debidas precauciones, sin fanatismos, con equilibrio. Nosotros te guiaremos, con todo nuestro saber, en el proceso. No desconectes. Los vagos somos tribu ;)

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