Como olemos influye en nuestra elección de pareja
Todos tenemos una huella odorífera, ¿Cómo influye en el amor?
El olfato es nuestro sentido mudo, casi no nos damos cuenta de que está ahí salvo en ciertos momentos. Es, además, el sentido más evocador. Como el resto de los animales, todos tenemos nuestra huella odorífera; algunos más que otros. Algo que podría afectar mucho más de lo que pensamos en la elección de nuestra pareja.
Hoy hablaremos de algo relacionado con cierta práctica que se da en algunos lugares de Grecia y los Balcanes: durante las fiestas los hombres llevan pañuelos en sus axilas para regalar a las mujeres que invitan a bailar. Una práctica nada irracional; la experta en la psicología del olor Rachel Herz se dedicó a preguntar a las mujeres qué era lo que hacía atractivo a un hombre hasta el punto de irse con él a la cama. Dejando a un lado la apariencia o el tono de la voz, lo decisivo era su olor.
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C. Neil Macrae, profesor de psicología del Dartmouth College, publicó en Psychological Science un estudio en donde analizó la respuesta sexual de un grupo de mujeres durante dos fases de su ciclo menstrual: cuando el riesgo de concepción era alto (el día de ovulación y los dos siguientes) y cuando era bajo (primeros tres días del ciclo). Encontró que ellas preferían las caras masculinas durante la ovulación y más femeninas en otro punto del ciclo.
De hecho, se ha encontrado que la ovulación aumenta la respuesta al androstenol, una feromona que contribuye al olor corporal masculino.
Por otro lado, nuestro gusto por besar puede haber evolucionado del husmeo habitual entre los animales y no tan raro entre nosotros. Esto es lo que defiende Kazushige Touhara y sus colegas de la Universidad de Tokio.
Los besos son un eco de una forma de comunicación más primitiva, más química, según revelan sus estudios con ratones. Mientras que las feromonas, las famosas moléculas que son capaces de provocar una respuesta en otro individuo de la misma especie, pueden olerse a grandes distancias y atraer a posibles parejas, este equipo japonés ha encontrado ciertas posibles parejas, este equipo japonés encontró ciertas feromonas no volátiles secretadas desde los ojos y transmitidas por contacto.
Aunque ratones y humanos son genéticamente muy similares, el gen que codifica este feromona no existe en el ser humano. “Perdimos este gen en algún punto de la evolución“, añade Touhara.
Ambas especies compartimos un antepasado común situado entre 75 y 125 millones de años atrás. una criatura ratuna llamada Eomaia scansoria (Eomaia, del griego “madre del amanecer” y scansoria, del latín “trepadora”) que es el primer mamífero placentario que se conoce.
Touhara especula que los humanos debemos retener un vestigio de comportamiento roedor porque todavía nos gusta besar o frotar las narices, un comportamiento automático destinado a realizar un muestreo osmógeneo del aroma del otro.
Para detectar los olores en el aire aspirado debe llegar hasta la parte más profunda de la nariz y para ello debemos aspirar muy fuerte. Así, la respiración natural lleva el aire al interior de la nariz a una velocidad de seis kilómetros por hora. En el caso de una correcta aspiración odorífera el aire debe entrar a 32 kilómetros por hora; de ahí el característico sonido al momento de oler.
¿Cuál puede ser su función?
Algunos filematólogos, científicos que estudian los besos, creen que tienen que ver con identificar parejas genéticamente compatibles. El olor de una pareja potencial que se percibe durante el consiguiente besuqueo nos proporciona información relevante desde el punto de vista reproductivo, aunque no seamos conscientes de ello.
Aunque todavía existe cierto debate en si los seres humanos podemos percibir las feromonas puesto que no poseemos receptores específicos para ellas, llamado órgano vomeronasal, como las ratas o los cerdos, algunos biólogos piensan que podemos detectarlas con nuestra nariz.
De hecho, los hay que, como la bióloga Sarah Woodley, creen que las mujeres pueden oler ciertas proteínas mientras besan, y lo que huelen puede afectara su criterio a la hora de encontrar atractivo a su pareja. Toda una demostración de influencia química.
Por supuesto esto no es más que una extrapolación de lo que se sabe del comportamiento animal. En ellos el responsable de todo esto es el órgano vomeronasal, situado en la nariz. Los roedores lo usan para buscar pareja: detectan las feromonas presentes en la orina de otras ratas y evitan escoger compañeros sexuales con un sistema inmune demasiado similar al suyo para asegurarse una descendencia sana.
Machos y hembras tienden a escoger pareja que difieran en los marcadores del complejo principal de histocompatibilidad o MHC. En los humanos éste corresponde a una familia de genes situados en el brazo corto del cromosoma seis y que codifican información vital de nuestro sistema inmune.
La mayoría de los biólogos creen que los ratones pueden literalmente oler lo diferente que es el MHC de su posible pareja ya que, como regla general, cuanto más diferente sea más fortalecido saldrá el sistema inmune de la descendencia.
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Autor: I.S. con información de Muy Interesante
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