Por el contrario, hay un montón de haikus y de dichos en nuestra bella lengua que sentencian que el error no es más que otra enseí±anza más en sí misma. Nos gusta especialmente esa que dice “A mal paso, darse prisa“. Date prisa en fracasar, que fracasarás casi seguro, antes de triunfar. Pues la clave es que tras muchos fracasos, y gracias al aprendizaje que nos deja el error cometido, se acabe triunfando. O al menos, hay que intentarlo.
Errar, equivocarse, sacar conclusiones y recordar lo aprendido es un privilegio de valientes que vuelven a intentar el cambio una y otra vez y otra, y otra más si es preciso. Levantarse siempre una vez más que las que caemos. Si caemos mil veces, levantarse mil y una… No vale escarmentar en cabeza ajena…
Los “vagos” conocemos bien la magia que existe en la imperfección de las cosas. No somos perfectos, nos equivocamos con frecuencia, erramos mucho, pero tenemos la fuerza de los que saben sobrevivir a circunstancias adversas (como el buitre, el animal que simboliza nuestro logo), y nos sobreponemos ante las malas rachas de la vida a base de constancia e insistencia.
El suspenso de hoy, el fracaso escolar ese que dicen los expertos didácticos que eres, no es más que una prueba para tu fuerza de voluntad. Y esa fuerza no se aprende en ningíºn master, la llevamos todos (absolutamente todos) en cantidades infinitas para reponernos rápido y continuar nuestro camino.
El error no debe ser algo punitivo ni una lacra social o un estigma. Si somos constructivos, veremos los errores como oportunidades. Lo dicho: cáete, levántate y, sobre todo, recuerda por qué te has caído. Por íºltimo vuélvelo a intentar.
Aunque sea dando tumbos, ¡ ¡legaremos!!