La esclerodermia es una de las enfermedades autoinmunes más famosas, misma que se caracteriza por el endurecimiento de la piel. Según la extensión, se clasifica en esclerosis sistémica limitada o difusa, y en ocasiones afecta a otros órganos, como los pulmones, el riñón, el corazón y el aparato digestivo.
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Como elemento diferenciador, la esclerodermia aparece cuando el sistema inmune ataca por error a los tejidos sanos del cuerpo, lo que desemboca en una alteración del colágeno. Los pacientes sufren una sobreprotección de esta proteína, lo que produce un endurecimiento de la piel, así como inflamación de algunas partes del cuerpo. Esto genera daños en órganos y articulaciones.
La esclerodermia es más frecuente en mujeres de entre 30 y 50 años, y afecta, según la Sociedad Española de Reumatología, a una de cada 50,000 personas.
El origen es aún desconocido, pero se sabe que ciertos factores ambientales la promueven, como es el caso de la exposición al sílice; por ejemplo, en la minería y actividades de limpieza, además de con determinados fármacos.
La evolución de la enfermedad puede ser más o menos rápida en función del grado de afectación, y los síntomas varían de unas personas a otras.
Casi todos los pacientes muestran el llamado fenómeno de Raynaud, por el que los dedos cambian de color en respuesta al frío. Algunos presentan apenas unas manifestaciones, mientras que otros sufren diversos síntomas de forma rápida.
Aun así, lo normal es que los primeros en hacerse notar sean los de el estrechamiento y endurecimiento de los vasos sanguíneos, fibrosis o endurecimiento de los tejidos y de los órganos del cuerpo (como consecuencia del aumento en la producción de colágeno), y en algunos casos también conectivopatía, enfermedad que afecta al tejido conectivo del organismo.
Por otro lado, en el diagnóstico se suele encontrar suero de anticuerpos, sustancias que reaccionan contra las células o proteínas del propio cuerpo.
No hay tratamiento conocido
Según el Colegio Estadounidense de Reumatología, “no existe un fármaco que haya demostrado claramente que detiene o revierte el síntoma principal del engrosamiento y endurecimiento de la piel”.
Habitualmente los tratamientos que han demostrado ser de gran ayuda en el tratamiento de otras enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide y el lupus, “generalmente no funcionan en personas con esclerodermia”, por lo que en este mal lo normal es que se busquen reducir los síntomas individuales y prevenir más complicaciones, “con una combinación de medicamentos y cuidado personal”.
Los reumatólogos insisten mucho en evitar ciertos factores que puede agravar la enfermedad, como la exposición al frío, tal y como indica Patricia Carreira, reumatóloga española.
A eso añade también dejar de fumar, ya que “el tabaco provoca una contracción de las arterias que llevan la sangre a los dedos, y por ello empeora muchísimo el fenómeno de Raynaud”, y evitar situaciones que originen estrés o ansiedad: “Se ha demostrado que también aumenta la contracción de las arterias que llevan la sangre a los dedos”, concluye la doctora Carreira.
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Autor: I.S. con información de Muy Interesante