Una de las enfermedades autoinmunes de la piel más conocidas es la psoriasis, que se caracteriza por diversas alteraciones en la diferenciación y el crecimiento epidérmico. En concreto, suelen aparecer manchas eritodescamativas, es decir, rojas y con escamas nacaradas, que normalmente están muy bien definidas y que crecen en codos o rodillas.
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Las causas que dan lugar a la psoriasis son en realidad una combinación de factores genéticos y ambientales, pero se sabe que parte del origen está en “un desequilibrio que condiciona una mayor respuesta inflamatoria por la vía Th17 a nivel cutáneo”, señala Mar Llamas, dermatóloga del Grupo de Psoriasis de la Asociación Española de Dermatología y Veneorología (AEDV).
Esto supone que “tras un estímulo inicial que da lugar a la enfermedad, se producen citoquinas que denominamos reguladoras .A su vez , estas dan lugar a una maduración de linfocitos naive a linfocitos T h 17, que promoverán la creación de nuevas citoquinas efectoras”.
Las últimas son las verdaderas culpables de los cambios típicos que vemos en la placa de psoriasis, como el engrosamiento de la piel, eritema y la clásica descamación.
Como se ha mencionado, la psoriasis también contiene un componente genético: hasta una tercera parte de los pacientes muestran antecedentes familiares, y, aunque se trata de una enfermedad crónica, no siempre se vuelven a tener brotes.
“Los hay que pueden tener brotes aislados (por ejemplo, ante una infección por estreptococos)”, insiste la doctora Llamas. Y añade: “Así, no se puede decir que sea exactamente una enfermedad para toda la vida”. Por eso y porque por fortuna hoy existe un gran arsenal terapéutico “que nos va a permitir controlarla y que el paciente se olvide de la patología al no darle problemas”.
Además de los factores genéticos, existen ciertos contextos ambientales que pueden promoverla, como el estrés, la obesidad, el tabaco y el alcohol.
Tratamientos disponibles
En cuanto a los tratamientos, existen varias alternativas: las más típicas son los activos cosméticos, como la urea; o los tratamientos médico-estéticos, como la fototerapia con ultravioleta B de banda estrecha o con ultravioleta A, que a veces se asocian a pastillas llamadas psoralenos. Otro clásico son los tratamientos tópicos con corticosteroides o derivados de la vitamina D en crema.
Una particularidad de la psoriasis es que se trata de un mal influenciado por el estado anímico: “Todo lo que supone un problema en otras esferas desencadena hormonas relacionadas con el eje de cortisol, y puede dar lugar a un brote de psoriasis”, apunta la doctora.
También añade que esto se vuelve un circulo vicioso que se retroalimenta constantemente: más psoriasis = más estrés, y nuevamente más brotes. Por eso, “los pacientes con psoriasis pueden tener, además, más ansiedad y depresión”, concluye la dermatóloga.
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Autor: I.S. con información de Muy Interesante