Los Juegos Olímpicos siempre nos llevan a los viajes de cuatro años en los que tenemos la oportunidad de ver a los mejores atletas competir por subirse al podio y llevarse algunas de las preseas en disputa. Aunque ahora imagínense ver unos Juegos en donde podamos observar a Virginia Wolf competir frente a Ernest Hemingway. Tal vez un duelo musical entre Plácido Domingo y Luciano Pavarotti, bueno, eso pasaba antes en la cita olímpica.
Este era uno de los sueños del fundador de Comité Olímpico Internacional e impulsor de los Juegos Olímpicos modernos, Pierre de Coubertin. Uno de los objetivos de los Juegos era el unir lo estético a lo atlético.
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Así que de 1912 a 1948 se otorgaron medallas en cinco categorías artísticas: arquitectura, pintura, escultura, literatura (dividida en obras dramáticas, obras líricas y poesía épica) y música. Las reglas eran muy sencillas: debían tener una “relación definida con el ideal olímpico” y las piezas musicales tenían una hora para su exposición.
La polémica
En los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, el jurado estuvo formado por 29 jueces alemanes y 12 de otros países europeos. Alemania terminó por alzarse con 5 de las 9 medallas disponibles (en los Juegos anteriores solo había obtenido una).
Solo existió un caso similar en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1932, cuando Estados Unidos tuvo a 24 jueces del país sede en el total de 30. La cuenta final de medallas fue similar a la de los alemanes.
A destacar que las obras presentadas en Berlín 1936 fueron relacionadas al régimen del Tercer Reich, ya que todo lo que se ofrecía en los Juegos debía ser hecho en los 4 años anteriores.
Ganadores en lo atlético y artístico
Tal vez la diferencia más grande entre los ganadores en la práctica deportiva y la artística, era que los segundos no llegaron a trascender más allá de la medalla, los deportistas si llegaron a ser más reconocidos tras la obtención de la conquista olímpica.
Solo existieron dos personajes que pudieron ganar medalla deportiva y artística. El primero fue Walter W. Winans, representante de los Estados Unidos que ganó medalla de oro en los Olímpicos de verano de 1908 y en 1912 también repitió el oro, pero gracias a su escultura de ‘Un trotón americano‘. El segundo fue el húngaro Alfréd Hajós quien tuvo dos oros en Atenas 1896 y 28 años después conquistó la plata en arquitectura por el diseño de un estadio.
Esta idea llegó a su fin en 1948, no solo por la dificultad de juzgar de modo imparcial la calidad artística de diferentes piezas, sino también por la misma razón por la que muchos deportes tuvieron que adaptarse para no desaparecer del programa olímpico: el amateurismo.
Así como algunas disciplinas fueron aceptando a deportistas profesionales, cuando antes solo se podía hacer de manera amateur, la calidad de las obras demostró no ser la más adecuada para representarse en un evento tan importante y la idea se fue acabando.
La historia de los Juegos Olímpicos va ligada siempre a la historia de la humanidad. Aquí puedes conocer un poco más de ambas y comenzar a unir los nexos con los que cuentan.
Autor: I.S.