Es probable que en algún momento de tu vida te hayan hecho cosquillas, lo que seguramente te provocó alguna sonrisa, risa y movimientos involuntarios. El cosquilleo puede ocurrir en muchos lugares del cuerpo, pero los más comunes son la caja torácica, la axila y la planta del pie.
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Este suele ocurrir en el contexto de relaciones íntimas: los padres le hacen cosquillas a los bebés o hijos pequeños; los hermanos, las parejas románticas y los amigos a veces se hacen cosquillas entre sí. Algunas personas parecen tener más cosquillas que otras.
Al hacerlas suavemente resultan placenteras, pero cuando duran demasiado tiempo o su intensidad es excesiva, puede que sean más molestas; por eso, las cosquillas terminan siendo un clásico para expresar cariño, como también un elemento de tortura.
En realidad, las cosquillas constituyen una reacción de autodefensa del organismo, es decir, un instinto primitivo que obliga a reaccionar al cuerpo ante situaciones de peligro.
La señal producida por la estimulación de los receptores táctiles de la dermis viaja hasta dos regiones cerebrales: la corteza somatosensorial, que procesa el tacto; y la corteza cingulada anterior, que gestiona la información agradable. Las neuronas de estas áreas desencadenan una respuesta inmediata en forma de bruscos movimientos corporales y una risa difícil de controlar.
¿Muerte por cosquillas?
Si las reacciones interfieren en la regulación de los músculos involuntarios que controlan la respiración, pueden causar espasmos e incluso asfixia. La situación de estrés que produce el cosquilleo también puede ocasionar un fallo cardíaco, eso sí, siempre y cuando la persona padezca alguna dolencia en el corazón.
Ambos casos son extraños en la medicina, y lo normal es que las consecuencias más nefastas de unas cosquillas no pasen del enfado de la víctima mientras se retuerce de la risa.
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Autor: I.S con información de Muy Interesante