El pasado 14 de mayo, un grupo de científicos de universidades como Harvard, Chicago, Toronto, Cambridge, Yale, Stanford, Berkeley, entre otras, publicaron una carta en la revista Science en la que solicitaban seguir estudiando el origen del SARS-CoV-2:
Debemos tomar en serio las hipótesis sobre el origen tanto natural como de laboratorio hasta que tengamos suficientes datos. La investigación debe ser transparente, objetiva, basada en datos, que incluya una amplia experiencia, que esté sujeta a una supervisión independiente y que se gestione de manera responsable para minimizar el impacto de los conflictos de intereses. Las agencias de salud pública y los laboratorios de investigación deben abrir sus registros al público.
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Los coronavirus son virus animales
Los coronavirus (CoV) de animales se conocen desde finales de los años 30, y se clasifican en cuatro géneros (alfa, beta, gama y delta-CoV). Los beta-CoV contiene la mayoría de los que infectan a los humanos y se subdivide a su vez en cuatro linajes (A,B,C y D). El origen de la mayoría de los alfa y beta-CoV está en los murciélagos y roedores, mientras que las aves son el mayor reservorio natural de los gamma y delta-CoV.
Ya hace miles de años, los CoV han estado cruzando constantemente la a barrera entre diferentes especies. Una de las características de los coronavirus es su tremenda capacidad de saltar de una especie a otra.
Las principales molestias que causan son: enfermedades respiratorias y gastrointestinales en muchos animales de granja y domésticos: el virus de la bronquitis infecciona en aves, el coronavirus respiratorio canino, la peritonitis infecciosa felina, etc.
Uno de los animales que más tipos diferentes de coronavirus alberga y que actúa como almacén natural es el murciélago.
Ya son más de 200 tipos distintos de CoV detectados en murciélagos y el 35% del viroma (el conjunto de genomas de virus) del murciélago son CoV.
El origen del SARS-CoV-2
Una de las zonas del genoma más interesantes para investigar el origen del SARS-CoV-2 es la que codifica para la proteína S, porque es la más variable y porque su función es esencial para la entrada en le célula, al unirse al receptor de la membrana celular, el ACE2.
Los modelos 3D demuestran que la proteína S se divide en dos subunidades, S1 y S2, que se separan por la acción de una enzima de la célula con actividad proteasa, la furina. Los análisis estructurales, genómicos y bioquímicos de esa proteína S nos permite estudiar este proceso en detalle y demuestran que SARS-CoV-2 posee dos particularidades importantes, que pueden relacionarse con su origen.
El dominio RBD de la proteína S tiene una alta afinidad por el receptor ACE2. La proteína S posee una secuencia que se denomina RBD (dominio de unión al receptor), la parte más variable del genoma del virus, en la que haya seis aminoácidos que son esenciales para unirse al receptor ACE2. Si comparamos esa secuencia entre SARS-CoV-2 y el SARS-CoV, solo un aminoácido de esos seis es común.
Si alguien lo hubiera diseñado para ser patógeno, lo hubiera hecho mejor
Si el origen del SARS-CoV-2 fuera la ingeniería genética, muy probablemente se habrían empleado algunos sistemas genéticos ya presentes en otros beta-CoV y los datos no demuestran nada de eso. Po el contrario, lo más probable es que estas dos características del virus sean fruto de la selección natural.
Las características del SARS-CoV-2 ya estaban en la naturaleza y no hay que imaginar que experimentos en un laboratorio puedan ser el origen de este. Conocemos menos del 1% de los virus que existen y más del 70% de los nuevos virus emergentes tienen su origen en animales.
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Autor: I.S.