3 modos de lectura para comprender y memorizar tus apuntes

Lo más rollo de ponerse a estudiar para un examen es sin duda el primer dí­a que afrontamos la lectura de los apuntes. Sobre todo si ha pasado mucho tiempo desde que los tomamos en clase, y eso si fuimos a clase, que sabemos que muchos los pedí­s prestados a compaí±eros o directamente los bajáis de cierta paginita :)

Para suavizar ese trance de la lectura os proponemos un triple método. Desafortunadamente el leer los apuntes para comprender y memorizarlos es una operación imprescindible para saberse el contenido del examen en cuestión. Aunque no dudéis que estos métodos os servirán, en general, para trabajar con cualquier texto que necesitéis como bibliografí­a para vuestros trabajos y proyectos, y en general para comprender cualquier cosa que leáis, e incluso para mejorar esa potencialidad lectoescritora para futuros trabajos.

Lo ideal es realizar estos tres modos de lectura para tus apuntes de forma encadenada, con breves pausas entre cada uno de ellos y ajustándoos un poco a vuestra propia circunstancia personal (cansancio o frescura, tiempo disponible, dificultad de la materia elegida para estudiar, etc) No obstante tampoco es preciso que las tres lecturas se realicen de forma totalmente seguida, siempre que no dejes pasar tanto tiempo que tengas que volver a empezar desde el principio porque el texto no te suene a nada, claro.

La lectura rápida

Con los apuntes recién estrenados lo que hay que hacer es echar un vistazo rápido al contenido. Nos fijaremos en los apartados de esos apuntes, si están bien estructurados con epí­grafes y subepí­grafes, si echas en falta algíºn gráfico, alguna ilustración explicativa. Es una visión de conjunto y a la vez vas preparando el terreno para que la concentración haga su trabajo en el segundo modo de lectura.

La lectura comprensiva

Si en el primer paso te has fijado en las “grandes lí­neas” de los apuntes, los contenidos más relevantes (los epí­grafes te ayudan a determinar la estructura, la importancia de los apartados), en este segundo paso hay que bajar más al fango, hay que comprometerse un poco más con las capacidades de atención.

La lectura comprensiva requiere que leas pausadamente. Recorre el texto con calma para entenderlo perfectamente. Esta es la fase lectora en la que no debemos dejar sin respuesta a ninguna pregunta que nos surja leyendo: “ ¿Qué quiere decir esta palabra? Voy a buscarla en el diccionario“, o “ ¿Qué quise decir cuando anoté esta frase?“.

Si te atascas con algíºn párrafo, es decir, que tras varios intentos de lectura no comprendes lo que quiere decir, es mejor que anotes un signo de interrogación al margen y continíºes. Dejaremos ese párrafo para “hincarle el diente” en futuras lecturas.

La lectura analí­tica

Con el texto bien comprendido y sin sorpresas relativas a su contenido, vamos a ir anotando lo fundamental de cuanto hemos leí­do. Podemos hacerlo en el margen, lo que quedará más a mano cuando vayamos a estudiar los folios de apuntes de cara al examen, o bien en una hoja aparte. Yo anotaba el esquema fundamental, las ideas imprescindibles de los apuntes en una Moleskine que llevaba siempre conmigo y esto me ahorró mucho tiempo y dolores de cabeza en exámenes finales.

Poco a poco, practicando esta lectura dividida en tres modos o fases, irás adquiriendo pericia lectora, fluidez a la hora de comprender textos nuevos y los apuntes jamás te sonarán a chino en ví­speras de un examen. Lo íºltimo: ten en cuenta que cada texto, cada apunte, cada materia es diferente y pueden variar un poco las necesidades lectoras para cada uno de ellos.

¿Vas a practicar este método? Nos cuentas ;-)

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