No hacer nada también mata
Hay mucha gente que va al trabajo, hace presencia en su puesto en la oficina, delante del ordenador y de los papeles, pero no trabaja realmente. El arte de no trabajar en el trabajo cada vez tiene más adeptos.
Podríamos pensar que esa gente es privilegiada. Que vive muy bien así, viendo las hora de su tiempo laboral pasar mientras no hacen nada o visitan diferentes sitios de internet como si en verdad su horario de trabajo fuera de ocio.
Nada más lejos de la realidad.
Cierto que hay personas que son profesionales del escaqueo y huyen del trabajo como del peor de los zombis de “The Walking Dead“. Pero lo normal es que en esos casos haya un problema de racionalización de recursos humanos, o de falta de control por parte de los superiores, o simplemente que no haya trabajo por hacer.
En el peor de los casos, esa inactividad, ese no tener nada que hacer en tus horas de trabajo genera un estrés y síndromes de burnout de tanta entidad como los que tiene una persona muy saturada de quehaceres y tareas. La desidia, la abulia, la inactividad son pésimas compaí±eras de viaje.
¿Por qué os cuento esto? Pues porque en ese problema de inactividad dentro de un puesto de trabajo detecto dos reflexiones
extensibles a nuestro mundo de estudio, de tareas escolares, y de mejora de nuestra formación académica.
En primer lugar, un estudiante siempre tiene algo que hacer. No podemos alegar que no nos han encomendado tareas o que hoy no tengo deberes “oficiales”. Siempre hay formas de planificar la semana, hacer revisión de cómo nos ha ido el curso hasta ahora, preparar apuntes que nos han quedado un poco flojos mientras los tomábamos en clase porque no hemos prestado toda la atención que deberíamos, etc, etc. La lista de lo que podemos hacer para mejorar es tan larga como tu imaginación y como tus circunstancias personales.
En segundo lugar, el tema del control por parte de un superior. En el artículo que os he compartido un empleado dijo que los íºltimos 14 aí±os antes de jubilarse no había hecho nada. ¡Nada! Sus superiores no le pasaban trabajos (siempre iban a manos de otros compaí±eros) ni medían sus objetivos. El trabajador no funcionaba porque sus superiores no ejercieron ningíºn control sobre esa situación.
En nuestro caso, como estudiantes, no debemos esperar que un profesor sea nuestro jefe y nos racione o administre el trabajo. ¡Ni mucho menos! Me temo que es deber y tarea nuestra ser nuestros propios jefes, asumir que somos el manager de nuestro trabajo ante los libros y ayudarnos de las mejores técnicas de estudio a nuestro alcance.
Piensa en ello. ¿Eres de lo que nunca tiene trabajo que hacer?
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